Serpiente de Coral
Distinguida por sus colores, temida por su veneno, la serpiente de coral es, sin duda, un ejemplar digno de contemplar y conocer. Muchos la catalogan como una de las especies más admiradas en el mundo entero, aunque sus mordeduras son tan frecuentes en los países americanos, que se ubican sólo por detrás de la víbora de foseta y la serpiente de cascabel. A diferencia de otros cuadros clínicos, la ponzoña de esta serpiente puede pasar desapercibida, o como un leve rasguño que no exige atención médica. Sin embargo, las evidencias demuestran que su toxina es altamente letal y debe atenderse con prontitud.
A pesar de su atractivo tan evidente, no es un animal recomendado para la vida en cautiverio por los peligros que acarrea su conservación y las normas de seguridad que deben ser llevadas a cabo para evitar temibles accidentes. En su lugar, existe una variedad, igual de vistosa, llamadas serpientes de falso coral, que pueden ser mantenidas sin dificultades y no representan peligro alguno para nuestra vida. Más adelante en este artículo ahondaremos con más profundidad en estos detalles.
Su clasificación biológica la define como miembro de la familia Elapidae, por su condición venenosa y el hecho de habitar en zonas cálidas o tropicales. En ocasiones es llamada además serpiente de rabo de ají, pues posee una cola corta que la diferencia del resto de las especies.
El género más antiguo de las serpientes de coral es el Calliophis asiático, que engloba once especies. A su vez, en el continente americano podemos encontrar más de setenta especies de nuevo orden, entre las que se encuentra la Leptomicrurus, un género relativamente nuevo, surgido a partir del cruce de dos especies Mycrurus.
MORFOLOGÍA
La combinación de colores en esta especie suele seguir por lo general la siguiente secuencia: negro, amarillo, negro, amarillo, rojo, negro, amarillo y rojo, con las porciones negras y rojas más amplias que las amarillas. Cualquier variación en esta característica (como la ausencia de bandas negras en el diseño), evidenciará que no se trata de un ejemplar auténtico.
Su tamaño no se considera grande, pues apenas rozan el metro de longitud. Las hembras suelen ser mucho mayores que los ejemplares macho, con diferencias de 6 a 8 pulgadas. La región craneal es de color negro y menos pronunciada con respecto a otras serpientes. Por lo general, pueden llegar a vivir hasta los 20 años.
DISTRIBUCIÓN Y HÁBITAT
Como mencionábamos anteriormente, su presencia se encuentra esparcida a lo largo y ancho del globo terráqueo, especialmente en el continente americano y la región asiática. Al ser animales de sangre fría, acostumbran a poblar zonas tropicales que le brinden el calor necesario para sobrevivir.
Aunque se considera una serpiente semiacuática, predominan en lugares áridos como los desiertos o sabanas de escasa vegetación. También son frecuentes en pantanos y matorrales, como la serpiente Coralina, que habita en el sur de los Estados Unidos. Sorprendentemente, estas serpientes resisten niveles de altitud superiores a los mil pies de altura.
En cuanto a su comportamiento, son muy impredecibles, aunque no acostumbran a ser violentas. Las hembras quizás son más prestas al enfrentamiento, sobre todo durante el proceso de gestación.
ALIMENTACIÓN
Los lagartos y pequeños mamíferos representan un exquisito manjar para la serpiente coral, también algunos anfibios como las ranas. Además, poseen rasgos caníbales, pues son capaces de devorar a otras serpientes coral, del mismo modo que engullen pájaros e insectos.
Tras capturar a la presa, y una vez que el veneno haya surtido efecto, la serpiente abrirá sus mandíbulas, que tienen la característica de estirarse con facilidad para abarcar presas mucho mayores, y buscará introducir el cuerpo íntegro al interior de su cuerpo. Posteriormente, el proceso de digestión podrá tardar varios días, durante los cuales la serpiente entra en un estado de letargo en el que reduce su actividad física al mínimo.
REPRODUCCIÓN
El período habitual para la puesta de los huevos es en el mes de julio. La gestación incluirá entre tres y cinco huevos, los cuales, transcurridos tres meses, eclosionarán y darán lugar a crías muy pequeñas que nacerán con patrones de colores similares a los de su madre.
Para el apareamiento previo, la hembra realiza una selección de aquellos machos más saludables durante el cortejo, luego buscará el lugar ideal para la puesta entre ramas secas y madrigueras vacías. Al nacer, las nuevas serpientes llegan a medir unos quince centímetros en promedio.
VENENO
El cuadro clínico de una persona infectada con el veneno de la serpiente coral se caracteriza por padecimientos muy discretos. Las personas experimentan un leve dolor que desaparece en breve tiempo, y la zona infectada se muestra como un simple rasguño. Sin embargo, al cabo de unas horas, las patologías se agravan, la visión se vuelve borrosa, la garganta se entumece y comenzamos a experimentar sensaciones de asfixia.
Cuando una serpiente coral lanza una mordedura, contrae las glándulas que contienen el veneno y expulsan el líquido a través de sus colmillos. Las propiedades neurotóxicas del veneno penetran el tejido subcutáneo, paralizan los músculos y actúa sobre el sistema nervioso hasta provocar una parálisis respiratoria.
En ejemplares jóvenes de serpiente coral, el veneno llega a ser mucho más letal. Sin embargo, encuentros de este tipo entre humanos y serpientes resultan muy esporádicos (apenas un 1% de los ataques de serpientes en Norteamérica).
FALSO CORAL
Un viejo refrán sobre las serpientes de coral reza que, si el rojo toca el amarillo, habrás perdido a un amigo. Evidentemente, la frase hace alusión a la disposición de los anillos de colores en estas serpientes, pues este rasgo tan distintivo les permite diferenciarse de sus hermanas, carentes de veneno y por ende menos peligrosas, las serpientes de falso coral.
Ubicadas en la porción central de México (regiones semiáridas, sabanas y desiertos), estas especies poseen un tamaño que fluctúa entre 1 y 1,5 metros. Para diferenciarlas, basta con saber que los anillos rojos se encuentran en una posición intermedia entre los anillos de color negro.
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